La pasada COP 28 finalizó con un acuerdo que por primera vez menciona la necesidad de alejarse de los combustibles fósiles, pero también fue la que más lobbistas de la industria fósil reunió. Andrés Gómez, investigador en temas de energía habla sobre las implicaciones de ambas cosas.
Poco después de terminarse la COP 28, el sultán Al-Jaber, presidente de la Conferencia, y director de la empresa nacional de petróleo de Emiratos Árabes Unidos, el país sede, anunció a The Guardian que continuará con inversiones récord para la explotación de petróleo en su país. Además, en medio de la conferencia, el Sultán ya había generado polémica por unas declaraciones suyas en las que afirma que “no existe evidencia científica” que sostenga que la eliminación progresiva del petróleo, el gas y el carbón ayuden a alcanzar las metas del Acuerdo de París”.
Ambas declaraciones apuntan hacia un lado diametralmente opuesto a las expectativas que se tenían de la COP, cuyo acuerdo final habla de “hacer una transición para alejarse” de los combustibles fósiles. Esta mención era esperada desde hace años por parte activistas y científicos que vienen señalando a los fósiles como el principal responsable del incremento en las temperaturas.
De hecho, en la pasada COP 27, de 2022, hubo una mención explícita a lograr el phase down del carbón pero no se incluyó a los demás fósiles, y esto se esperaba que ocurriera un año después, en la COP 28. Pero a pesar de lo esperado, el acuerdo no es explícito en decir que es necesario dejar de usar por completo a los fósiles, solo los menciona, por primera vez.
Así que, ¿por qué se dificulta tanto darle nombre y apellido en los acuerdos finales a los protagonistas de la crisis? Para Andrés Gómez, investigador en energía y justicia climática de Censat Agua Viva, quien estuvo en la COP 28 siguiéndole la pista a las discusiones sobre combustibles fósiles, hay un actor silencioso pero con mucho dinero y muy efectivo para imponer su agenda: el lobby de la industria fósil.
Según una investigación de varias ONG, está COP reunió al mayor número de lobbistas de esta industria: cerca de 2.500. Además de esto, durante la Conferencia Climática, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) contó con un stand y llamó a los países a bloquear cualquier acuerdo que afirme la eliminación progresiva de los combustibles fósiles.
En la Fundación Heinrich Böll Bogotá conversamos con Gómez sobre este lobby, sobre la participación de Colombia en la COP y sobre las expectativas que existen para la siguiente conferencia, que será en Azerbaiyán.
Lo primero que queremos preguntarle es cómo valora el resultado de la COP 28, ¿lo ve como un éxito o un fracaso?
Lo que sucedió es que hubo una mención tal vez por primera vez directa a los combustibles fósiles dentro del texto general. Esto, digamos, muestra que ha habido algún tipo de avance pero no logra atacar y hacer específica la condición de los combustibles fósiles como la causa principal de la crisis climática. Entonces si bien está la mención pues no hay un abordaje directo, garantista, que permita decir que la COP fue un éxito o estuvo cerca de serlo.
¿Por qué cree que aún no se da el paso de nombrar a los combustibles fósiles como principales causantes de la crisis climática y que haya un llamado enfático a dejarlos de lado?
Pues yo creo que no podemos dejar pasar de lado que en esta COP hubo un número significativamente mayor de lobbistas de la industria fósil. En medios especializados se habla de que fueron más de 2.500 los lobbistas acreditados, y esto evidencia el gran poder que tiene este gremio en la COP, en las decisiones, en toda la discusión.
Se debe tener en cuenta que se hizo una COP en un Estado petrolero, completamente dependiente de la explotación de petróleo y gas, con un presidente de la COP que dirige la misma empresa nacional petrolera de los Emiratos Árabes Unidos.
Entonces pues allá hay una configuración de una realidad que es constante en el último tiempo y que permite esa doble instancia de dejar una mención a los combustibles fósiles, que puede ser histórica, pero en el asunto principal genera los mismos obstáculos, abandonar esta industria. Seguramente se dieron cuenta de que hubo acusaciones de que en la misma COP hubo cierre de negocios por parte de empresas petroleras y de países, cuando se estaba hablando de todo lo contrario.
Desde su experiencia cuéntenos cómo es ese lobby, ¿es algo que puede notarse a simple vista o cómo se manifiesta?
Eso no es un lobby que, por lo menos desde mi experiencia, se pueda hacer evidente. No es que se haga abiertamente en alguna instancia. Es un lobby que se presenta tras escena, que finalmente se logra evidenciar con resultados como los que se tienen ahora, lo que lo hace bastante efectivo.
Es una presencia completamente diferente a lo que puede ser la de la sociedad civil. Digamos, la sociedad civil se manifiesta, se encuentra en todos lados en la COP reivindicando sus posicionamientos y no hay una oportunidad de lobby directo, precisamente porque no hay dinero de por medio. El lobby petrolero llega a ser tan eficiente por estar tras escena y por contar con grandes cantidades de dinero que pueden mover las discusiones a un lado o al otro.
En ese contexto, ¿cómo valora la participación de Colombia en la COP 28?
Uno podría decir que fue un trabajo tremendo el que hizo Colombia. Es un país que por primera vez está a la vanguardia de las negociaciones. Estoy seguro de que nunca habíamos tenido en nuestro país un equipo tan bien preparado, con unos posicionamientos claros que se trabajan mucho antes de que comience la COP. Podríamos decir que el principal hito es la adhesión al Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles que hace el mismo presidente Petro en un evento al inicio de la COP.
Digamos que esto es una condición continua en la que tanto el presidente Petro como la ministra Susana Muhammad hacen declaraciones, denuncias y propuestas directas orientadas a dejar los combustibles fósiles de manera gradual y equitativa, pero también a cuestionar cómo financiar a unas economías como la nuestra que tienen tanta dependencia.
¿Y por qué cree usted que es tan importante que un país como Colombia firme este Tratado?
Es fundamental. Tanto desde lo simbólico como desde lo concreto. Precisamente porque propende porque el abandono de los combustibles fósiles se haga de una manera justa, equitativa y que esto sea una condición vinculante. Recordemos que la reglamentación en el Acuerdo de París no es mandatoria y este Tratado pretende como objetivo central referirse a los combustibles fósiles y hacer que esa salida sea vinculante.
Entonces allí hay algo muy importante y es entender que Colombia no es un país petrolero. Colombia no tiene petróleo o gas como para depender de la manera en que lo hace de la exportación de combustibles fósiles. Este país tiene menos del 0.1% de las reservas globales de petróleo y menos del 0.05% de las reservas de gas. Entonces yo no puedo hacer que una economía dependa de algo que no tiene y mucho menos en un contexto histórico en el que no habrá escapatoria para decir que en el corto y mediano plazo va a haber una restricción a la oferta de combustibles fósiles, como lo anunció la misma Agencia Internacional de Energía en su informe pasado, en el que dice que la demanda puede caer tan alto como el 30% a 2030.
Ahora, pensando a futuro, ¿qué esperar de la siguiente COP?
Pues estamos todavía a un año. Digamos que las tendencias son muy difíciles que se replieguen los meses que vienen. Mientras más fuertes son los golpes que recibe la industria fósil, va a emprender respuestas con la misma fuerza. Es importante recalcar que en esta COP, cuya sede fue un país con una dependencia grande del petróleo, la presencia y la reivindicación alrededor de los combustibles fósiles como el elemento central de la crisis climática fue más grande que en las anteriores.
Mientras tanto, lo importante es entender que si bien el espacio de la COP es importante, no es el único, y son las acciones desde los territorios las que vienen desde hace muchísimos años enfrentándose y aportando soluciones, y esto es lo que de alguna manera ha permitido algún tipo de avance.
Entonces reivindicaciones como, por decir cualquiera, la Alianza Colombia Libre de Fracking, que ayudan a impedir que se amplié la frontera de extracción petrolera son tan importantes, y así hay otras en el mundo. Entonces allí tenemos que poner un gran acento entendiendo que no solo son las COP. Y entendiendo también cómo vamos a tener un gran espacio de incidencia en lo que será la actualización de las NDC en el país, que se viene para el otro año. Entonces estas NDC esperamos que puedan ser distintas, que puedan ser un elemento importante donde se hable directamente de los combustibles fósiles y se tenga en cuenta su medición, y la condición de dejarlos en el subsuelo. Esto habría que incluirlo en esas NDC, por lo menos en la propuesta de Colombia.